En el corazón de la localidad jiennense de Martos se encuentra uno de los tesoros patrimoniales más interesantes de la población. Este monumento, integrado en una de las fachadas de la Casa Consistorial, invita a quienes lo observan a viajar al pasado romano de la ciudad, una época de esplendor cuyos vestigios se distribuyen por todo su casco urbano.
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En el corazón de la localidad jiennense de Martos se encuentra uno de los tesoros patrimoniales más interesantes de la población. Este monumento, integrado en una de las fachadas de la Casa Consistorial, invita a quienes lo observan a viajar al pasado romano de la ciudad, una época de esplendor cuyos vestigios se distribuyen por todo su casco urbano.
El Lapidarium Romano, un museo arqueológico al aire libre construido en el siglo XVI, es mucho más que un conjunto de lápidas. Se trata de un auténtico escaparate que desentraña la historia romana de la Ciudad de la Peña y confirma, sin lugar a dudas, que Martos fue una de las urbes más importantes del Alto Guadalquivir en época romana: Tucci, Colonia Augusta Gemella.
El siglo que revolucionó el subsuelo tuccitano
A lo largo del siglo XVI, conocido como el Siglo de Oro, la ciudad de Martos experimentó un importante proceso de transformación urbana, un fenómeno que también se observó en otras localidades de la provincia de Jaén. Durante este periodo de paz, en el que los conflictos y las guerras con los musulmanes quedaban ya en el pasado, la villa comenzó a incrementar su población, lo que impulsó la expansión de su hasta entonces reducido casco urbano.
Entre 1500 y 1600, Martos evolucionó de una villa de configuración militar y medieval a una villa moderna, con un urbanismo influenciado por los nuevos estilos arquitectónicos y constructivos del Renacimiento.
Arquitectos como Francisco del Castillo el Mozo se dedicaron con entusiasmo a remodelar la ciudad. Sin embargo, con cada obra y cada movimiento de tierras, comenzaron a salir a la luz secretos que durante siglos habían permanecido ocultos, abriendo pequeñas ventanas al próspero pasado de la población.
La mayoría de los hallazgos, realizados en materiales nobles como mármol, jaspe o granito, de gran resistencia, eran bien recibidos por los habitantes, quienes los reutilizaban en las nuevas construcciones para abaratar costes. En cierto sentido, era como disponer de una cantera al alcance de la mano.
No obstante, en cuanto a la valoración de estos tesoros, hubo excepciones que permitieron preservar parte de ellos. Gracias a lo cual, hoy podemos disfrutar de este monumento y su legado.
A mediados del siglo XVI, la población seguía estando amurallada, conservando en pie torres, cubos, muros y portillos. En muchas de las reparaciones que la Orden de Calatrava llevó a cabo en estas estructuras, se utilizaron materiales arqueológicos, a menudo con el propósito de embellecer o realzar las construcciones.

La intervención de Diego de Villalta
La pequeña Roma que comenzaba a emerger en la ciudad captó la atención del erudito y humanista marteño Diego de Villalta, quien se convirtió en espectador y cronista de los numerosos hallazgos que estaban teniendo lugar. Decidió plasmar estos eventos en su obra Historia y Antigüedades de la Peña de Martos, en la que exhibe no solo su profundo conocimiento de la historia local, sino también su dominio de la epigrafía latina, en un ejercicio de exaltación de su tierra natal.
Pero, ¿pudo el humanista haber influido en el diseño o la idea del Lapidarium? Mi opinión es afirmativa. Sus viajes a Roma, sumados a la formación en la península itálica de Francisco del Castillo y a la carga simbólica del propio movimiento renacentista, habrían creado un caldo de cultivo idóneo para que estos hallazgos arqueológicos fueran rescatados de una destrucción casi segura. En su lugar, se presentaron como un escaparate de la grandeza de la antigua Tucci, haciendo eco del renacimiento cultural y arquitectónico que vivía la villa en aquel momento.
La actual sede del Ayuntamiento de Martos, construida entre 1557 y 1577 por el arquitecto Francisco del Castillo, fue encargada por el gobernador Pedro Aboz Enríquez y el alcalde Antonio de Padilla Meneses, dentro del plan renacentista de embellecimiento urbano. Un edificio manierista que sorprende por su monumentalidad a pesar de haber sido utilizado como cárcel.

El Lapidarium
El Lapidarium Romano de Martos se presenta como un mosaico del pasado, austero pero solemne, donde una colección de lápidas, pedestales y cipos pétreos se alinean en busca de un orden que, en ocasiones, roza la armonía. Es un tapiz epigráfico cuyas inscripciones latinas, aunque erosionadas por el tiempo, susurran los ecos de la antigua Tucci, Colonia Augusta Gemella, revelando fragmentos de su historia.
Arropado por la arquitectura manierista de la Casa Consistorial, el conjunto cobra vida bajo la luz cambiante del día, que resalta los relieves y las formas angulosas de las piedras. Las sombras proyectadas crean juegos de texturas que aportan profundidad y enfatizan las inscripciones, intensificando la conexión con las raíces romanas de Martos.
Este conjunto está compuesto por un variado repertorio de muestras epigráficas, que van desde lápidas funerarias hasta dedicatorias votivas. Destacan especialmente aquellas que aluden a Hércules, cuyo culto parece haber estado profundamente arraigado en la antigua Colonia Augusta Gemella Tuccitana. Estas inscripciones no solo revelan aspectos de la espiritualidad de la época, sino que también nos permiten vislumbrar retazos de la vida cotidiana de sus habitantes: nombres propios, tribus a las que pertenecían y las deidades que veneraban.
Este singular altar de piedra, con tonos que oscilan entre cálidos y fríos, establece un diálogo visual que enriquece su sobria elegancia. Cada elemento parece invitarnos a contemplar no solo la monumentalidad del pasado, sino también su delicada fragilidad, preservada en este rincón único de la historia.
Una proeza difícilmente reproducible en el siglo XXI
Aunque los estándares contemporáneos podrían cuestionar la construcción de un lapidarium de estas características, este ha sido una pieza clave para la preservación de algunas de las cientos de inscripciones que emergieron del suelo de la ciudad. La importancia de esta estructura es innegable.
Gracias a este conjunto de lápidas, hemos podido adentrarnos en aspectos cruciales de la vida en la antigua Colonia Tuccitana. En esencia, este lapidarium nos ha brindado la oportunidad de descifrar parte del ADN de esta antigua comunidad y de comprender su relevancia en aquellos tiempos. Es, en esencia, un libro abierto al alcance de todos aquellos que deseen conocerlo.
Sin embargo, el paso del tiempo no ha sido amable con este monumento, especialmente con aquellas lápidas compuestas por materiales que se degradan con facilidad. La exposición constante a los elementos naturales, la contaminación moderna y —sin lugar a dudas— la intervención humana han causado un notable deterioro en muchas de ellas.
Las intervenciones realizadas sobre este bien durante la primera década del siglo XXI han sido objeto de gran controversia. Lejos de mejorar el estado de conservación, muchas de las lápidas, ya de por sí desgastadas por el paso del tiempo, sufrieron un deterioro adicional debido al uso de métodos poco ortodoxos y, en algunos casos, inapropiados para la fragilidad del material.

Sobre la necesidad de preservación de este rico patrimonio
Este testimonio visual que nos transporta directamente a la vida pública de la colonia romana de Tucci, lamentablemente no escapa a la falta de criterio en materia de patrimonio. Es evidente que el conjunto de lápidas y pedestales romanos incrustados en el imponente edificio están experimentando un proceso de degradación imparable, lo que cuestiona su supervivencia para las generaciones venideras.
Durante años, muchas ciudades han optado por reemplazar las piezas originales por reproducciones. Una medida que no solo es razonable sino que también preserva la singularidad de un espacio como este. Las piezas originales son resguardadas en los museos arqueológicos, donde la conservación e interpretación de estos fragmentos de historia esta asegurada.
Desafortunadamente, los impulsores necesarios para llevar a cabo estas acciones brillan por su ausencia en la localidad. Martos, una ciudad con un ingente patrimonio arqueológico, se permite aún hoy el lujo de carecer de un museo arqueológico que resguarde y exhiba su legado histórico. Tampoco cuenta con la figura de un arqueólogo municipal, imprescindible para garantizar la adecuada conservación y estudio de sus valiosos vestigios.
Durante décadas, las promesas sobre la creación de una figura que protegiera y divulgara el patrimonio arqueológico de Martos no han pasado de ser meras palabras, quedando siempre en saco roto. Mientras tanto, numerosas piezas permanecen almacenadas en dependencias municipales, muchas veces sin las medidas de seguridad adecuadas o en museos improvisados al aire libre, poniendo en serio riesgo un legado histórico que merece mejores condiciones.
Conozcan el legado romano de la ciudad de Martos
Si deciden aventurarse en esta fascinante exposición, es crucial tener en cuenta la ausencia de paneles informativos. Sin un conocimiento especializado en epigrafía latina, entender el significado de cada lápida podría resultar un desafío. A pesar de ser uno de los monumentos más destacados de la localidad, esta carencia puede que les resulte decepcionante.
Así que, si desean seguir conociendo más elementos del patrimonio romano de la ciudad, junto a la ermita de San Bartolomé, a los pies de la imponente Peña de Martos, también podrán encontrar un altar romano tallado en la propia roca. Además, en la parte más llana de la ciudad, cerca del Polideportivo, podrán descubrir los restos de la Basílica Paleocristiana.
Si están perdidos y no saben ubicar ninguno de estos elementos patrimoniales, pueden acceder al mapa de Patrimonio al Descubierto.
Pueden ver una panorámica del lapidarium aquí.
¿Están preparados para descubrir la historia grabada en cada una de las piedras de este escaparate? ¡Recuerden! compartan si les ha resultado interesante este artículo.
Galería fotográfica
Referencias
- De Villalta, D. (1579): "Historia de la antiguedad y fundación de la Peña de Martos".
- López Molina, M. (1995): "Apuntes Históricos de Martos. Siglos XVI-XVII".
- López Molina, M. (1996): "Historia de la Villa de Martos en el siglo XVI".
- Fernandez Franco, J. (1561):"Recopilación de las Memorias Antiguas Romanas que se hallan en la Villa de Martos".
- Martín de Ximena Jurado (1639): "Antiguedades del Reino de Jaén".
- Flórez, E. (1747): "España Sagrada. Tratado de la Iglesia Tuccitana".
- Romero de Torres, E. (1913): "Catálogo de los monumentos históricos y artísticos de la provincia de Jaén".
- Recio Veganzones, A., Fernández-Chicarro, C. (1959): "La colección de antigüedades arqueológicas del Padre Fr. Alejandro Recio".